
Me encanta que me lean un cuento antes de ir a dormir (especialmente mami). Pero también me gusta prender la luz después de que me dejan solo para seguir leyendo un poquito más, yo solo. Esta gente se enoja y me apaga la luz; dentro de unos años se van a quejar porque no me gusta la lectura y no se culparán por las prohibiciones de las que me hicieron víctima.
Acá le estoy contando el cuento a mami:
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