Oriana me estuvo contando sobre la existencia de un ratón que da dinero cuando a uno se le caen los dientes. Impaciente por ver llegar el día y acuciado por una malaria terrible ya que papi es un amarrete total, decidí apurar el proceso biológico ayudado por el canto de la piletita de casa.
Como dirían los grandes: chicos, no intenten esto en su casa.
Los dientes ni se movieron; el disfraz de Sportacus va a tener que esperar.
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